Iniciativa Social y Estado de Bienestar

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EL MOVIMIENTO ASOCIATIVO ACTUAL.

Si en el ámbito cuantitativo hemos alcanzado niveles similares a épocas de apogeo del movimiento asociativo, con un aumento progresivo de asociaciones y asociados, es a escala cualitativa donde podemos observar mayores transformaciones en el tipo de organizaciones dominantes y en su forma de actuar.  Además, se produce un interés por el voluntariado y el asociacionismo sin precedentes en años anteriores, es el llamado “boom de la solidaridad” o “revolución asociativa mundial” (Salamon, 1994).[1]  La sociedad en general se interesa por estos temas, se comienza a ser consciente de su importancia y aumenta considerablemente su aparición en los medios de comunicación, con reportajes y artículos impensables hace sólo algunos años.  Así, por ejemplo, la primera vez que se celebró en España el Día Internacional del Voluntariado, apenas se logró alguna breve entrevista en una emisora de radio.  Sólo unos años después se realizan varios reportajes en las televisiones, se dedican tertulias y debates en la radio, aparecen extensos artículos en los dominicales, etc.  Sin duda, el cambio a nivel de imagen y de presencia social en unos pocos años ha sido considerable.

Pero debemos ir más allá de la imagen o el boom informativo y analizar con detenimiento la situación actual.  Es cierto que el progreso observado en los últimos años, nos hace tener esperanzas de lograr en nuestro país un movimiento asociativo maduro y articulado dando por resuelta la crisis de participación de la década de los ochenta.  Pero esta superación de la crisis, no sólo supone un aumento de participación, sino fundamentalmente un cambio en el modelo asociativo que permite enfrentarse a los nuevos problemas con soluciones novedosas y creativas.  La nueva situación del desarrollo asociativo puede sintetizarse en: “desarrollo fragmentado de la sociedad civil, participación social atomizada y reestructuración de los modos de intervención del Estado de Bienestar” (Rodríguez y Ortí, 1996)[2].  A riesgo de simplificar en exceso, podemos apuntar algunos de los cambios más significativos.

Se observa que en proporción descienden las asociaciones centradas en la función instrumental (asociación para resolver problemas) y aumentan las de tipo expresivo (expresar o satisfacer los intereses de los miembros) (López de Aguileta 1990)[3].  Los ciudadanos, ante una serie de necesidades se asocian para obtener más fácilmente determinados servicios, que de otro modo les seria difícil lograr, y para disfrutar fundamentalmente del ocio y el tiempo libre de un modo organizado y más satisfactorio (Cuco, 1992)[4].  Por ejemplo, aumentan en numero de miembros las asociaciones juveniles, culturales, de fomento del ocio o el tiempo libre, deportivas, etc. frente a las organizaciones de un corte más clásico.

En términos generales, el movimiento asociativo actual es mucho más variado, rico y heterogéneo, de pequeños grupos que se reúnen para satisfacer intereses concretos, de un modo inmediato.  Se encuentran generalmente poco estructurados y se organizan de forma espontánea en torno a los intereses más diversos.  Incluso, en muchos casos, no es fácil trazar la frontera entre los grupos informales y los grupos formalmente asociados, es más en ocasiones aparece un voluntariado pujante y activo, que se resiste con frecuencia a entrar en la dinámica más formalista de una asociación.

No debemos olvidar que estos grupos espontáneos, informales, difíciles de catalogar adquieren una gran importancia debido a su actividad y a su repercusión e influencia en su entorno más cercano.  Son grupos con pocos miembros, pero muy activos y comprometidos con “la causa”.  Una organización que quiera actuar en una zona de influencia de estos grupos deberá necesariamente contar con ellos, si quiere que su intervención sea eficaz y participativa.  Este tipo de grupos en algunos casos adquiere una gran importancia y pueden llegar a constituirse formalmente en asociación.

También emergen con fuerza otros valores sociales alternativos, en torno a los cuales se han aglutinado nuevas propuestas colectivas (Movimientos verdes o ecologistas, defensa de la paz, movimientos por la objeción de conciencia, movimientos de solidaridad con las causas más variadas).  Ya no hablamos de grupos que prestan unos determinados servicios a colectivos vulnerables, o de asociaciones para obtener determinados servicios, sino de auténticos grupos de mentalización colectiva que han logrado (y están logrando) que determinados valores sociales no muy en boga puedan ser asumidos como algo natural y normal por la población.  ¿Que conciencia ecológica existía hace algunos años entre la población y los Estados?. ¿Existía una conciencia generalizada sobre la problemática del Tercer Mundo?, ¿Hubiera podido darse hace algunos años movimientos como la Plataforma por el O,7%? , ¿Cómo ha cambiado la imagen de los objetores de conciencia entre la sociedad a pesar de las campañas de las diferentes Administraciones?

Frente a las entidades más clásicas de prestación de servicios surgen organizaciones que reivindican expresamente un papel más solidario y un espacio en la definición y gestión del desarrollo social proponiendo nuevas formas de actuación: pequeños colectivos de acción social, comités de solidaridad con situaciones de marginación, etc. (Claves 1991)[5].  Grupos que se diferencian claramente de las entidades clásicas y que proponen formas  nuevas y alternativas de afrontar los problemas.

Se produce un mayor desarrollo de las asociaciones “especializadas” frente a las “generalistas”.  Las asociaciones especializadas, aquellas que se dedican a un único campo de actuación, empiezan a contar con un mayor apoyo de la población, que aquellas que se dedican a varios campos de actuación, ya que se identifican más claramente con acciones concretas.  Estamos posiblemente en un intento de lograr la máxima especialización para poder competir en mejores condiciones con otras asociaciones, en un sector que crece constantemente y donde existe una enorme competencia.  Pasamos de unas asociaciones en que todo se trata y nada escapa de su campo de acción, a otras muy especializadas en un determinado problema y una determinada forma de actuar.  Esta especialización que puede tener aspectos positivos como una mejor calidad de los servicios, más facilidad de identificación por parte de la población, etc., puede llevar a fraccionar en exceso su objeto de acción y caer en una excesiva especialización que les impida ver la globalidad del problema.  Tendremos que comprobar si serán capaces de adaptarse adecuadamente a una nueva realidad cuando desaparezca el problema que les dio origen.  Esta excesiva especialización lleva a algunos autores a plantear que lo que realmente se produce es una fragmentación del movimiento asociativo que puede ir en perjuicio de su eficacia social (Juárez y Renes, 1994)[6].

Estamos frente a un asociacionismo predominantemente urbano (Navajo, 1989)[7], siendo escasa la implantación de asociaciones en el medio rural.  Sin embargo, no se concentra en las grandes ciudades, sino en las de un tamaño medio que puede oscilar entre los 50.000 y los 100.000 habitantes (Ruiz, 1994)[8].  De las organizaciones nacionales solamente Cáritas y Cruz Roja Española cuentan con presencia estable en el medio rural[9].  La implantación de las asociaciones en el medio rural se encuentra con problemas añadidos, porque en este medio, además de encontrarnos con los problemas generales para el desarrollo asociativo, nos enfrentamos con algunas barreras especificas (Fundación Naturaleza y Cultura, 1989)[10]:

  • Competencia y desconfianza entre las familias (localismo).

  •  Escasos recursos económicos.

  •  Rivalidades tradicionales, tanto personales como geográficas.

  • Escepticismo ante los extraños.

  •  Distancias y accesos difíciles entre los diferentes núcleos, que dificultan las comunicaciones.

  •  Diferencias generacionales.

También son diferentes el tipo de voluntarios que actúan en uno y otro ámbito, en la ciudad los voluntarios son hombres y mujeres, aunque con predominio femenino y abundan los técnicos, en las zonas rurales encontramos una mayoría de hombres y carencia de técnicos.  Pero no debemos olvidar que en el medio rural nos encontramos con dos colectivos con grandes posibilidades de dinamización y que pueden servir de eje al asociacionismo en este ámbito: las mujeres y las personas mayores.

Las organizaciones que nos encontramos en el medio rural, al margen de las grandes ONG, son pequeñas organizaciones más o menos implantadas y de reducido tamaño, centradas en problemas muy concretos y en ocasiones con una fuerte carga ideológica que define su forma de actuar.

En cuanto a la composición de las asociaciones predomina un voluntariado de clases medias y con un aceptable nivel cultural.  Aunque el voluntariado ya no es aquel de clases altas, si es cierto que todavía tiende a concentrarse la participación en aquellos sectores con un nivel de recursos económicos al menos medio y con un elevado nivel cultural.  Bien es cierto, que con un cambio importante, antes los voluntarios aportaban sus recursos económicos, en la actualidad aportan sus conocimientos adquiridos y disponibilidad, junto con un fuerte deseo de intervenir solidariamente (Giner y Sarasa, 1995)[11].  Sin embargo, continua siendo difícil hacer participar a las clases más desfavorecidas, aunque empiezan a darse pasos importantes en este sentido.  Quizás podamos pensar incluso que todavía las organizaciones no estén preparadas para incorporar a los colectivos vulnerables en sus estructuras y de hecho pocos esfuerzos han realizado para ello.  Sin duda, uno de los retos de las organizaciones, será lograr articular la participación de estos sectores en su seno.  Mientras no logremos de un modo eficaz dar este paso, estaremos en mayor o menor medida muy próximos al paternalismo de otros tiempos no muy lejanos.

Podemos observar que las asociaciones mantienen una compleja relación amor-odio con la Administración.  El aumento de subvenciones de la Administración a las ONG se puede considerar como espectacular en los últimos años  (Puede verse como ejemplo el 0,52 del IRPF).  Este fenómeno es similar en el resto de Europa donde las ONG han incrementado su grado de dependencia respecto a la aportación pública y han disminuido los recursos procedentes de la aportación privada.  Este aumento de la dependencia pública pone, en ocasiones, en cuestión el carácter de no gubernamental que las asociaciones airean a los cuatro vientos.  Incluso podemos llegar a pensar ¿cuántas organizaciones se han creado exclusivamente para recibir fondos públicos sin la más mínima base social?.  En torno a un 58% de las asociaciones sociales recibe más de la mitad de sus recursos por medio de la financiación del gobierno central o bien gobiernos autonómicos o locales, y solo el 11% manifiesta no recibirlos en absoluto por esa vía (Cortes, Hernán y López, 1997)[12].

Las asociaciones reivindican legítimamente las ayudas de la Administración, pero temen por otro lado, una excesiva dependencia.  Quieren recibir ayudas pero teniendo libertad de elegir las acciones que realizan.  Por otra parte, el Estado intenta que la iniciativa social se convierta en un instrumento de su política social.  En definitiva que realicen aquellas acciones que no puede asumir.  Probablemente es una tensión dialéctica en la que se debe buscar la autonomía de cada planteamiento asociativo al mismo tiempo que se establecen espacios de colaboración.  No debemos olvidar que aunque la iniciativa social puede colaborar con el Estado en la prestación de múltiples servicios que corresponden al sector publico en su función universalizadora y de redistribución mantiene espacios propios de actuación (Gíl, 1992)[13].

Ante la atomización y aumento de heterogeneidad del movimiento asociativo, surgen propuestas de coordinación e intercambio, de creación de redes que permiten conectar las iniciativas afines o complementarías reforzando de esta manera su proyección social.  Podemos poner como ejemplo el papel jugado por la Coordinadora de ONG para el Desarrollo y los Consejos de la Juventud, o el papel mucho más discreto de la Plataforma para la Promoción del Voluntariado en España.  Así como la Coordinadora ha sido capaz de ir incorporando las diferentes iniciativas que surgían (aunque fueran de ámbito local) recogiendo toda la amplia variedad de las ONG de cooperación al desarrollo, y actuar como interlocutor ante la Administración, la Plataforma, encorsetada en una rígida estructura, queriendo reproducir la estructura política del Estado (niveles autonómicos, provinciales y locales), es incapaz de adaptarse al cambio en el movimiento asociativo, no actuando como autentico organismo de coordinación de voluntariado, dando así la espalda a los grupos más activos que iban surgiendo.  Esto sin contar con su utilización por los grupos menos activos y con escaso numero de voluntarios como única vía de proyección a la sociedad.  ¿Cuantos grupos son conocidos única y exclusivamente por su pertenencia a la Plataforma en vez de por sus actividades?.

Las diferentes propuestas de coordinación del movimiento asociativo pueden agruparse en tres tipos generales (Casado,1991)[14]:

  •  Identidad Institucional - por ejemplo Centro de Fundaciones.

  • Coincidencia en un área de actuación - por ejemplo COCEMFE

  • Coincidencia ideológica - por ejemplo Confederación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos.

Ante el desarrollo asociativo en nuestro país estas formas de coordinación irán adquiriendo progresivamente una mayor importancia y capacidad de decisión, pudiendo llegar a ser los interlocutores entre la Administración Pública y las ONG, permitiendo a estas además una mayor fuerza y protagonismo al actuar de un modo unido y coordinado.

Pero no todo es positivo en el asociacionismo, también debemos estar atentos, en los últimos tiempos, a la aparición de manifestaciones del más rancio corporativismo o sectarismo, no basadas precisamente en los valores de cooperación y solidaridad; son los movimientos asociativos creados para defender intereses particulares en contra del bienestar general de la población y, frecuentemente en contra de los intereses de los colectivos más vulnerables. Aparecen grupos para impedir el realojo de marginados, o la incorporación a la escuela de niños gitanos o enfermos de SIDA, la apertura de centros para toxicómanos o comunidades terapéuticas (Claves, 1991)[15], o para mantener los privilegios adquiridos por un colectivo determinado en contra de los intereses generales de la comunidad, actuando como auténticos grupos de presión en la defensa de intereses particulares.

Parecen recuperar espacio los denominados “Nuevos Movimientos Sociales”, de los que las asociaciones pueden servir de soporte ayudándoles a extender su acción (Fundación Encuentro, 1995)[16].  Estos nuevos movimientos sociales tienen las siguientes características (Reichmann y Fernández, 1994)[17] :

  • Carácter emancipatorio.

  • Autodefensa social frente a la creciente burocratización.

  • Cuestionan el desarrollo meramente material.

  • Cuentan con una composición diversa.

  • Cuentan con objetivos y estrategias de acción muy diferenciadas.

  • Estructura en forma de red o conexión de redes.

  • Politización de la vida cotidiana y del ámbito privado.

  • Métodos de acción no convencionales.

Los nuevos movimientos sociales se plantean para conservar las conquistas logradas por la ciudadanía, luchando no tanto por el incremento de las conquistas sociales, como por “defender” lo ganado hasta el momento.  Se pasa de movimientos ofensivos, utópicos y alternativos al sistema a los denominados movimientos problema (Alonso, 1996)[18], muy fragmentados y que se preocupan de un único problema.  Sin embargo, no podemos olvidar que los movimientos sociales tienen un claro carácter anticipatorio, planteando alternativas novedosas y un nuevo marco cultural, al margen de las soluciones y alternativas tradicionales, pero que puede ser alcanzado, es lo que se denomina proponer  “futuros posibles” (Zubero, 1998)[19].


 


[1] SALAMON, LESTER: "The rise of the nonprofit sector", Foreign Affairs, vol 74, nº 3, 1994

[2] RODRIGUEZ CABRERO, GREGORIO Y ORTÍ BENLLOCH, ALFONSO: “Institucionalización del sector asociativo en España: estratificación motivacional e ideológica y diferenciación y complementariedad entre sector público y entidades sociales” en <<Las entidades voluntarias en España. Institucionalización, estructura económica y desarrollo asociativo>>. Ministerio de Asuntos Sociales, Madrid 1996.

[3]LÓPEZ DE AGUILETA DÍAZ: "Estado Sociedad Civil y Procesos de Participación", en <<El Voluntariado en la Animación sociocultural>>.  Editorial Popular. Madrid 1990.

[4]CUCO, JOSEPA: "Vida asociativa" en <<La sociedad valenciana de los noventa>>, Edicions Alfons El Magnanim, Valencia 1992.

[5]CLAVES: "De quién es la iniciativa". Editorial Popular. Madrid 1991.

[6]JUÁREZ, MIGUEL Y RENES AYALA, VICTOR: "Población, estructura y desigualdad social" en <<V informe sociológico sobre la situación social en España. Sociedad para todos en el año 2000>>. Fundación FOESSA, Madrid 1994.

[7] NAVAJO GOMEZ, PABLO: "Estudios sobre voluntariado: una breve aproximación". en <<Voluntariado Juvenil>>. Revista de Estudios de Juventud, Nº 36, diciembre 1989.  Madrid 1989

[8]RUIZ DE OLABUENAGA, JOSE IGNACIO: "Ocio y estilos de vida" en <<V informe sociológico sobre la situación social en España.  Sociedad para todos en el año 2000>>.  Fundación FOESSA, Madrid 1994.

[9]Incluso las llamadas asociaciones de ámbito nacional tienen una distribución muy desigual en las zonas urbanas.  Siendo difícil que estén implantadas en todas las capitales de provincia y grandes poblaciones.

[10]NATURALEZA Y CULTURA: "Voluntariado social en áreas rurales". Cruz Roja Española.  Madrid 1989.  Documento Multicopiado.

[11] GINER, SALVADOR Y SARASA, SEBASTIAN : “Altruismo cívico y política social” en <<Leviatan>>, Nº 61. Otoño 1995

[12] CORTÉS ALCALÁ,LUIS; HERNÁN MONTALBAN, Mª JOSÉ Y LÓPEZ MADERUELO, OSCAR: “Las organizaciones de voluntariado en España”, Plataforma para la Promoción del Voluntariado  en España.  Madrid 1997.

[13]GIL, SANTIAGO: "Animación y dinamización sociocultural de la juventud". Documento Multicopiado. Madrid 1992.

[14]CASADO, DEMETRIO: "Prestigio y poder del sector voluntario", en <<Coordinación de la acción voluntaria>>. ACEBO.  Madrid 1991.

[15]CLAVES: "De quien es la iniciativa". Editorial Popular, Madrid 1991.

[16] FUNDACION ENCUENTRO : “España 1994. Una interpretación de su realidad”  Fundación  Encuentro, Madrid 1995.

[17] REICHMANN, JORGE Y FERNÁNDEZ BUEY, F. : “Redes que dan libertad. Introducción a los nuevos movimientos sociales”.  Paidós, Barcelona, 1994.

[18] ALONSO, LUIS ENRIQUE: “Nuevos movimientos sociales y asociacionismo” en <<Las entidades voluntarias en España. Institucionalización, estructura económica y desarrollo asociativo>>.  Ministerio de Asuntos Sociales, Madrid 1996.

[19] ZUBERO,BEASKOETETXA, IMANOL: "Movimientos sociales: mito, realidad, alternativa" en V Congreso Estatal de Intervención Social, Madrid, 25, 26 y 27 de noviembre de 1998


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